Los Cultivados
Manuel Ignacio: Cultivando la oliva gloriosa
Mandiles de cien costuras,
costales de lona blanca,
fiambreras con torreznos
de las primeras matanzas.
La Sierra y su manto frio,
manos con cinco dedales
de bellotas agostadas
en frondosos encinares.
Canta el hombre que avarea,
con el sol de las cornatillas
se escuchan los allejones
cuando suben las cuadrillas.
Hazme lumbre capataz
que traigo las manos frias,
me ha tocado cabrear
las alas de las umbrías.
Arrieros de la almazara,
borra que mancha caminos,
por la Piedra Banadera
sube jipando el borrico.
Se acarician las olivas
de los troncos retorcidos,
varas tostadas al fuego
de castaños bien nacidos.
Rodillas ensangrentadas…
Antes de caer la tarde
se acaba en Los Pereñiles,
mañana serán los Valles.
Botas vacias de vino
en las alforjas del hambre,
queda un coscurro de pan
para que los niños callen.
Pañuelos en la cabeza
de mujeres encorbadas,
sacan fuerzas de flaqueza
bailando jotas serranas.
En el día del Remate
se canta con alegría,
y a los jóvenes chavales
se “estercola la pilila”.
Se marcan los soterráneos,
pronto llegará el rebusco
pan redondo, un sopetón
con el aceite mas puro.
Bendíta la tierra mía,
hojas de olivo me hablan,
yo quiero ser sus raices
por ellos mi pluma canta.
Mis anhelos son de amor,
de nostalgia, de esperanza…
estoy solo y sin cuadrilla,
hoy, recordando mi infancia.
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